El corral de concejo

Son lugares de ayer que no veremos mas que en fotos olvidadas en cajones, en el recuerdo personal o en conversaciones de plaza o taberna. Este lugar de encuentro, sobretodo para los chicos del pueblo, era como nuestro parque de juegos de infancia o adolescencia. Aquí descubrimos nuevos juegos, comenzamos a ser mayores de niños y ahora al pasar por allí vuelves a ser niño otra vez al recordar mil y una aventura. Los correazos que nos dimos todavía escuecen en el culo, los pajazos que dieron en la cara te hacen cerrar los ojos al recordarlos, las partidas de cartas con algo de dinero te queman en el bolsillo, las caídas al tirarte del "potro" te duelen en todo el cuerpo, los primeros "pocitos" que era paja herbaliza envuelta en una hoja de papel de cuaderno, los fumamos allí seguramente, o los "Celtas" del estanco de "Gonzalo" comprado por alguno valiente del grupo diciendo que era "pa mi padre", para terminar la tarde con un dolor de cabeza de campeonato. Las disputas que tuvieras eran arregladas a manporros allí. Los achuchones que nos hemos dado con alguna moza son testigos sus piedras, las carreras delante del "macho las cabras" como los mejores toreros en tarde de corrida. Todas las tardes tocaba sujetar la cabra mientras la ordeñaba tu madre en las tardes de verano, aquello parecía una romería por la cantidad de madres y niños que allí se juntaban, para cuando terminabas el ordeño te quedabas en los "pontones" cazando ranas. Los "niches" que podías encontrar entre las piedras, tejas, tablas y demás rendijas eran incontables, allí se escondían paquetes de tabaco, revistas verdes, barajas, novelas de estefanía, dinero sacado de algún bolso distraido, aquello parecía un banco con nuestra caja de caudales particular. En la web de Calzada tenéis también un espacio para este monumento a la memoria de los Calzudos con fotos de antes de su derribo: