Esta es una historia que la he oído muchas veces debido a la cercanía de la cárcel a la casa de mi familia paterna que regentaron la "posada vieja" durante años, contaban esta historia en las noches de invierno a la lumbre como se hacía antes, se pasaban de padres a hijos hasta perderse en la lejanía del tiempo o la distorsión del boca a boca. Este episodio ocurrió en la época de mi tatarabuelo que como posadero era el encargado de hacer la comida para los presos de la cárcel. La posada se encontraba la esquina de la calle de la Caridad (ante calleja de los pobres) con las calle de la Ruta de la Plata, la cárcel se encontraba donde ocupa el ayuntamiento su lugar actual. Hasta allí fueron llevados un buen día dos hombres y un niño acusados de robar ganado (bueyes) que transitaban por las cercanías del pueblo siendo detenidos por las autoridades locales y encerrados en la cárcel. El menor al no poder ser encerrado pasaba el día por los alrededores de la cárcel, por la plaza, acompañando a la pareja encerrada solamente para dormir y a la hora de comer. Cuando prepararon el plan de huida lo pusieron en práctica, en un día no se vio al niño por el pueblo, según cuentan lo hicieron ir a Salamanca para traerle las herramientas necesarias para ello. Al día siguiente de la desaparición y el regreso del crío pusieron el plan en marcha, aprovecharon un día que era festivo con baile de tamborilero en el corrillo para serrar los barrotes de la celda, hacer un agujero en el tejado de la cárcel ayudados de unos cañizos que se encontraban dentro de la prisión enredados con unas lías puestos sobre la pared y las mantas que tenían para taparse en el catre que utilizaron para descolgarse desde el tejado finalizaron su fuga, todo esto ocurría en la hora de la puesta del sol ya casi anochecido. Corrieron calle abajo siendo vistos en su huida por dos labradores que venían de arar de Villanueva con la pareja de bueyes, contaban estos hombres que entre los dos adultos llevaban al niño en volandas al cruzar el regato por los pontones. Fueron rápidamente al corrillo a dar la voz de alarma a la gente que se encontraba en pleno baile para organizar la búsqueda de los fugitivos pero fue en balde, jamas los encontraron. Lo que si se encontró fueron los grilletes serrados que llevaban los presos, pero esto ocurrió unos meses después al ir a segar una tierra de cebada una cuadrilla de segadores. Esta es la historia de la fuga de los presos de la cárcel de Calzada contada por mi bisabuela y por su padre que lo vivieron en primera persona, se la contaban a mi abuela, esta a mi padre, mi padre a sus hijos y ahora se la relata a sus nietos, el mayor de ellos con 5 años ya se la sabe de memoria, este la cuenta con ese entusiasmo propio del niño que escucha boquiabierto las magníficas historias escuchadas de boca de su abuelo para grabarlas en su fértil memoria.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario