La última hoja.

Tic, tac, tic, tac... las manecilla del reloj no se ven mover, avanzan sin llamar la atención, despacio, muy despacio, un leve roce apenas percibido, leve muy leve casi agradable la sensación de saber que van hacia adelante. Removiendo con la cuchara el café caliente, viendo como pasa despacio, leve, muy leve. Miras por la ventana para ver la mañana fría de escarcha, la taza entre las manos calientes, despacio, todo pasa despacio, las agujas apenas se han movido. La hoja del calendario te hace verlo de golpe ¿donde se han ido todos esos meses que ya tiraste a la papelera? no es posible que algo que pasa tan despacio se vuelva de pronto tan brutalmente avasallador, te has quedado con el café en la mano viendo la hoja intentando recordar ¿pero que quieres recordar? ¿todo? es imposible, ¿un resumen? sería muy amplio, resume el resumen mejor para que entre en el espacio del disco duro que te queda libre esta mañana. El café se ha enfriado, lo vuelves a calentar en un minuto que te parece largo, ¿como es posible? un minuto se te hace largo esperando el clic del microondas y a ese calendario que está nuevo ya no le quedan hojas... Ironías de la vida dices, pero no piensas eso, eso no es una ironía precisamente, que mas quisieras, es un contrasentido, contradicción pura y dura, es una putada, así como suena y con mayúsculas, ni el resumen del resumen te lo hace mas llevadero y la hoja ahí bailando mas sola que la una, eclipsado en ella, la última hoja de ¿cuantas? Bajas la cabeza pensativo y te sale esa vena creativa que surge de vez en cuando para sacarle una coplilla:

El tiempo ilimitado
imperceptible en el reloj,
inexpugnable en el calendario,
no se ve a simple vista
se siente solo a largo plazo.
Miras el reloj que antes te agradaba, ya llegas tarde ¡pero si hace nada era muy pronto!

No hay comentarios: