De la plaza a Valdoñegas

La plaza es el punto de reunión, el ombligo del pueblo, después de juntarte con algunos amigos comienzas el trayecto calle abajo con el frontón a tus espaldas, con la munición en los bolsillos a pasar una tarde de caza y pesca o lo que se tercie. Antes de nada una ojeada al corral de concejo para alterar la siesta de las cabras y calentar al macho cabrío oír sus resoplidos y algún coscazo a la puerta. Siguiente parada en el regato de los pontones a ver si alguna rana incauta se pone a tiro, cosa rara por estar muy capeadas por el ganado que allí abreva y otro ganado que las tiene como diana y preciados trofeos. Terminada la batida, parada obligada en el "caño la cuesta" con agua bien fresca encima del pozo que abastece al pueblo, aquí surge la disputa de siempre: ...que el agua sale del pozo al caño directamente... ...que no, el agua sube al depósito y luego baja hasta el caño... ...¿por que entonces sale tan fresca y en tu casa tan caliente?... ...en el depósito se refresca el agua, no ves que esta muy hondo y enterrado... ...¿te apuestas algo? cuando vea al "Piño" se lo pregunto... Subida al depósito por la linde de la tierra de "Peransa" hecho camino de tantas subidas y bajadas, a meter unos cantos por los respiraderos con forma de cayado que tiene en la superficie encementada, una atalaya con la mejor vista que ofrece el pueblo. La bajada hasta la charca Valdoñegas es para ir preparando la estrategia a seguir en la pesca, además de ir adelantando las que se cogerían ese día dependiendo de si había pasado ya el rebaño de ovejas. La llegada a la charca se hace despacio para no espantar la pesca, hasta que un "ranón" pega un salto y detrás se escuchan una sinfonía de saltos y choques contra el agua de las ranas mas cercanas, vaya, mal empezamos ... por tu culpa que vienes haciendo ruido... ...si has sido tú que te has tropezado con esa piedra... La tarde transcurre dando vueltas a la charca hasta que tenías unas ranas para darles un final peor que las torturados presos de la edad media en oscuras mazmorras. Lo primero era meterle una paja por el culo para inflarla como un globo, luego venía la parte de la disección con un cristal de botella rota que antes afilamos en el cemento del depósito del agua. Pena de no habernos dado a ninguno por la cirugía, la práctica ya la teníamos bien avanzada desde chicos...

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